diciembre 20, 2010

Conversación con el Rey Lagarto

No sé como entré en este lugar, la niebla espesa, muevo mis manos a tientas intentando chocar con algo, con litros de licor en mi cabeza me siento inmortal, al fin la niebla se va despejando, lo último que recuerdo antes de llegar hasta aquí es el sonido de la música y las voces retumbantes de mis amigos, ya casi no hay niebla y veo una figura acercándose a mi, contorneándose, ahora está frente a mi y sus ojos brillan observándome.

-          Soy el rey lagarto y todo lo puedo -me dice.

Aún me siento anonadado, he sentido esa voz susurrando mi mente, he pronunciado esas palabras yo mismo alguna vez, veo unos cabellos largos que caen por el torso desnudo de esta persona.

-          Eres Morrison, en mis sueños te he tenido cerca -digo aún anonadado.
-          Lo soy y tú has cruzado las puertas de la percepción, bienvenido a mi mundo.
-          Jim Morrison en persona, yo mismo he tratado de imitarte -digo algo incrédulo aún.
-          Te siento aquí cada vez que el alcohol en tus venas se eleva –atina a decir.

Ahora que la niebla se ha disipado por completo, veo a mí alrededor y solo veo arena, estoy en un desierto, un águila vuela por encima de mi cabeza, no hay sonido alguno aparte de nuestras respiraciones.

-          Jim ¿por que desapareciste?- oso preguntar.
-          No me fui, ya mi vida no me pertenecía, no hay pero forma de hacerte desaparecer que obligándote a hacerlo.
-          Entonces, ¿alguien te presionó al punto de alejarte de la vida?
-          Me estaba convirtiendo en un mito, es una gran responsabilidad, no hay peor responsabilidad que la que te imputan, estaba viviendo la vida, solo eso.
-          Entonces, ¿nunca deseaste hacer lo que hiciste?
-          Siempre viví lo que hice, nunca hice nada sin sentirlo, pero ya no bastaba con eso.
-          Tú música ha inspirado a mucha gente- le respondo – aún lo sigue haciendo.
-          Yo nunca desafié a nada ni nadie, he vivido como todos, con miedo a la extinción, con ganas de hacer algo diferente, si inspiré o no a la gente no lo sé. Quizás lo hice sin la intención de hacerlo –me dice.

Ahora es de noche, estoy frente a una gran fogata, parece que Jim ha cambiado, se ve más extasiado, me extiende un gran tazón, hace un ademán para que pruebe lo que me invita. Yo tomo sin pensarlo siquiera.

-          Es peyote- me dice.

Yo tomo el peyote porque quiero sentirme igual que él, no me importa nada más que hablar con él.

-          Dime Jim, ¿Qué querías demostrar con tu música?
-          Nada, solo buscaba un medio para difundir mi poesía, para hacerla llegar más alto, no quería convertirme en mito
-          Y ¿el alcohol, las drogas, el sexo?
-          Todo cae por su propio peso, son parte de la vida, éramos un grupo de gente buscando algo, de gente curiosa.
-          Entonces ¿eran simples mortales?
-          No, éramos grandes, tan grandes que podíamos iniciar una religión o planear un asesinato.

Cada minuto que pasa me hace comprender más al rey lagarto, de pronto sonríe, me mira y me pregunta como llegue aquí, le respondo que no lo sé, vuelve a reír.

-          ¿Qué buscas en mi mundo? Me dice Jim.
-          Busco un sentido a mi vida -le digo.
-          Cada nueva generación busca algo, gente nueva, nuevos nombres, quieren divorciarse de las generaciones anteriores, pero nadie se da cuenta que su futuro se forja en base al pasado.
-          ¿Te refieres a qué la gente se olvida de sus antepasados?
-          Si, la nueva gente no valora a sus antepasados, los ignora, los ningunea, reniega de su pasado, teme a lo que no comprende.
-          Tú no podías cambiar el mundo –le digo.

Solo hay un silencio incómodo y él se pone a bailar alrededor de la gran fogata, yo lo sigo y bailamos sin saber que más decirnos. Al fin él para y yo atino a preguntarle.

-          ¿Crees que la gente comprenderá alguna vez lo que quisiste decirles?
-          No lo sé, es una pregunta que siempre he querido responder, la gente reniega de su propia existencia, la gente se muestra hipócrita a su naturaleza destructiva, la disimulan creyéndose santos.

Vuelve a envolverme la niebla, y cuando se disipa me encuentro tirado en la calle, y aunque sé que todo lo vivido es producto de mi embriagues, reniego de ello y sé que he conocido al rey lagarto en persona, a Jim Morrison, un hombre como nosotros que quiso vivir la vida y nunca vivió un mundo ajeno al suyo.


THE LIZARD KING

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