enero 26, 2011

Yo amo a mi patria

Perú, cuatro letras que representan la grandeza de todo una nación, una nación hecha de muchas naciones. Este país, este hermoso país que se ha forjado con sangre libertaria, con llanto de viudas luego de cada batalla, con sudor de hombres del campo en cada cosecha. Este hermoso país, en cuyos caminos se han hundido los pasos de millones de humanos, donde las huellas se borran con el agua del mar en las playas, donde los pies se congelan por andar descalzos en las punas y donde las gotas de lluvia caen de costado por sobre los árboles de la amazonía.

Yo amo esta tierra, amo este mundo ajeno al resto, desde la última roca de Tacna hasta el último árbol de Tumbes, desde el desierto capitalino hasta el último riachuelo de Ucayali. Amo sus bailes, esas danza con las cuales se expresan los cuerpos, que caracterizan cada metro cuadrado de nuestro territorio, me deleito con sus comidas, saboreo cada ingrediente de los platos ancestrales de los pueblos más alejados y también de los platos con sabor a urbe y ciudad.

Yo no creo en la bandera, no creo en un himno y mucho menos en un escudo. Yo creo en la fuerza motriz que impulsa este país, su gente, gente variopinta de todas las razas, de antepasados comunes y antepasados disparejos. No solo Incas nos legaron esta patria, también los Chancas, Chimús, Paracas y desde tantos lugares del mundo han llegado chinos, italianos y argentinos. De esta gran mezcolanza nace Perú, del vientre de todos nosotros, los pobres, los ricos, los unos y los otros.

Desde la primera persona en este territorio, desde la primera piedra que formó una casa hasta las grandes industrias que ahora alimentan al pueblo, todo eso es Perú. Que a pesar de las distancias busca unirse, a través de sus venas de polvo y arena, a veces de asfalto o cemento, esas venas que unen un pueblo con una ciudad, un caserío con una capital. Yo amo Perú, porque es un humano, formado por todos nosotros a manera de células, porque el Perú es una persona que lucha, que ríe y que llora; porque levanta los puños al cielo y a gritos desgarradores proclama libertad. Porque cae y se levanta, tropieza, resbala y luego con terquedad divina vuelve a pararse.

Y así, luego de cientos de años, seguirá en su camino mi patria, mis nietos y los hijos de mis nietos amarán a su gente y la tierra que pisan como yo la he amado y como mis padres y mis abuelos la aman. Y habrá millones de personas, en las ciudades y en el campo, en la selva, la costa y la sierra e incluso en las escarpadas zonas que susurren al viento, la palabra Perú.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Siiiiiiiiii peruuuuuu... me gusto esta super interesante .... giani