enero 04, 2011

Recuerdos de un aborto...

Faltaban pocos días para la navidad del 2008, cuando me enteré que mi ex enamorada estaba embarazada, este hecho no era más que el desenlace de la vida desordenada que había llevado ella, desde nuestra separación. Por ese entonces, yo seguía muy enamorado de esa muchacha, a pesar de haber pasado casi dos años desde nuestro rompimiento. Ella, joven inexperta, se enfrentaba al suceso más importante de su corta existencia, aún no estoy seguro del por que fui al primero al que acudió.

Me llamó un viernes por la tarde y quedamos en encontrarnos en un parque cercano a su casa, luego de unas cuantas palabras de saludo me indicó que quería hablar conmigo de algo muy serio.

-          Hace un par de días me enteré que estoy embarazada -me dijo con voz entrecortada.

Tarde unos segundos en reaccionar, segundos que se me hicieron horas, en las cuales no podía salir de mi asombro. Solo atiné a abrazarla y ella recostándose un poco en mi, y copiosas lágrimas salieron de sus ojos.

-          No te preocupes todo va a salir bien –dije, aunque no muy convencido.
-          Cuando mi mamá se entere me va matar –dijo.
-          Yo me voy a hacer cargo de ese bebé –dije sin siquiera pensarlo pero proseguí – no me importa si no es mi hijo, yo te voy a ayudar.
-          ¿Harías eso por mí? – me preguntó.

Apenas termino de hacerme esa pregunta comencé a hacerme ideas en la cabeza, acerca del futuro incierto que nos aguardaba, ¿criar un hijo?, ¿sabiendo que no era mío?, apenas cursaba los primeros ciclos en la universidad, la ilusión de formar una familia con esa chica, que a pesar del tiempo y todo el daño que me causó, era grande, pero aceptar esa responsabilidad podía truncar muchos de mis planes.

Mi alucine no duraría mucho tiempo pues al cabo de unos días me volvió a llamar, esta vez su voz sonaba más fría y decidida.

-          No voy a tener ese bebé –dijo secamente.
-          ¿Qué piensas hacer? –pregunte aunque sabía la respuesta –no pensará abortar, no te voy a dejar.
-          Lo voy a hacer con tu ayuda o sin tu ayuda, este es mi problema no debes meterte en mi decisión.

Todo parecía indicar que ella estaba dispuesta a deshacerse del bebé, su única solución era abortar, así que yo, como gran gesto de amor o de estupidez acepte ese hecho. Teníamos que recurrir a uno de los innumerables anuncios de locales donde hacer abortos, que se disfrazan bajo la frase “Atraso Menstrual”. Luego de un par de días de vender cosas, conseguir dinero prestado teníamos alrededor de cuatrocientos soles.

Ese mismo día, 21 de Diciembre, llegamos al consultorio clandestino ubicado en un callejón escondido de San Juan de Miraflores. La doctora la examinó y nos comunicó que el feto tenía aproximadamente diez semanas y que el gasto total sería de trescientos soles, a lo cual accedimos. La doctora la hizo pasar detrás de un biombo y le dio a ingerir un par de pastillas, luego le hizo un gesto para que se echara, se bajara el pantalón, abriera las piernas y con un aparato similar a una jeringa le introdujo dos pastillas más por la vagina.

-          Deben irse a caminar para que pueda dilatar –nos ordenó la doctora.
-          ¿En cuánto tiempo más o menos debemos regresar? –pregunté yo.
-          Dos horas o si le comienza a doler mucho vengan antes –no dijo mientras no acompañaba a la salida.

Tuvimos que esperar en un parque cercano, ya no había marcha atrás, solo quedaba esperar para sacar de su vientre el fruto de su propio descuido. Mientras esperábamos ella me tenía cogido de la mano, apretándomela con fuerza mientras sollozaba y moría de pena por lo que estaba haciendo.

-          Disculpa –dijo mirándose al vientre.
-          Ya han pasado dos horas –atiné a decir.

Yo estaba más preocupado por ella que por el bebé, arrepintiéndome de la decisión que le había dejado tomar y peor aún, yo le estaba ayudando, mientras esta preocupación me envolvía llegamos al consultorio.

Nuevamente detrás del biombo, ahora con una bata rosa, la abortera le hizo echarse y le introdujo una especie de pinzas metálicas y saco de su vientre el feto ensangrentado, del tamaño de un puño, ella lo vio y hecho a llorar, yo no pude más que sostener su mano y mirar confundido la escena. No podía separarme de ella en esos días, sentía que de una u otra manera todo era mi culpa.

Dos días después, una noche antes de navidad, estaba ayudándole a hacer las compras cuando un dolor tremendo le vino al vientre.

-          Me duele horrible –exclamó.
-          Espera que ya llegamos a tu casa –le dije muy asustado.
-          No aguanto más –dijo y empezó a llorar.

Llegamos a su casa y entró al baño, un par de minutos después dio un grito fuerte, seco e inhumano, me asusté y abrí la puerta del baño, para verla llorando, mientras corrían por sus piernas varias líneas de sangre y el piso estaba encharcado de sangre coagulada. Llame gritando a su mamá y a sus tíos, uno de ellos la cargo entre sus brazos y salimos, los ayudé a tomar un taxi para dirigirse al hospital.

Al día siguiente fui a visitarla al hospital, era 24 de Diciembre, ella estaba reposando en la cama, todos me miraban como culpándome de lo que había pasado, al parecer ella había dicho que era mi hijo y que la había ayudado a abortar, nunca nadie me reclamo o me acuso directamente, pero en sus ojos se veía claramente su repudio.

¿Qué había pasado el día anterior?, pues había tenido una hemorragia interna producto del aborto, un día más y no estaría viva. Yo no tenía más que hacer ahí, así que fui a mi casa, sabía que todo lo que había pasado esos días nunca se me iban a olvidar y que ya no me correspondía a mi estar a su lado, no quedaba más que alejarme de ella y sus problemas. Ahora pienso que si fuera a tener un hijo, no lo abortaría, a veces sueño con todas las escenas que viví y me siento culpable de haber participado en esa abominación.

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