enero 26, 2011

Eric Clapton - Layla



"Layla" es una canción rock del álbum Layla and Other Assorted Love Songs de la banda Derek and the Dominos, lanzada en 1970. En 1992, Eric Clapton, anterior líder y guitarrista de la banda, lanza la versión acústica.

Yo amo a mi patria

Perú, cuatro letras que representan la grandeza de todo una nación, una nación hecha de muchas naciones. Este país, este hermoso país que se ha forjado con sangre libertaria, con llanto de viudas luego de cada batalla, con sudor de hombres del campo en cada cosecha. Este hermoso país, en cuyos caminos se han hundido los pasos de millones de humanos, donde las huellas se borran con el agua del mar en las playas, donde los pies se congelan por andar descalzos en las punas y donde las gotas de lluvia caen de costado por sobre los árboles de la amazonía.

Yo amo esta tierra, amo este mundo ajeno al resto, desde la última roca de Tacna hasta el último árbol de Tumbes, desde el desierto capitalino hasta el último riachuelo de Ucayali. Amo sus bailes, esas danza con las cuales se expresan los cuerpos, que caracterizan cada metro cuadrado de nuestro territorio, me deleito con sus comidas, saboreo cada ingrediente de los platos ancestrales de los pueblos más alejados y también de los platos con sabor a urbe y ciudad.

Yo no creo en la bandera, no creo en un himno y mucho menos en un escudo. Yo creo en la fuerza motriz que impulsa este país, su gente, gente variopinta de todas las razas, de antepasados comunes y antepasados disparejos. No solo Incas nos legaron esta patria, también los Chancas, Chimús, Paracas y desde tantos lugares del mundo han llegado chinos, italianos y argentinos. De esta gran mezcolanza nace Perú, del vientre de todos nosotros, los pobres, los ricos, los unos y los otros.

Desde la primera persona en este territorio, desde la primera piedra que formó una casa hasta las grandes industrias que ahora alimentan al pueblo, todo eso es Perú. Que a pesar de las distancias busca unirse, a través de sus venas de polvo y arena, a veces de asfalto o cemento, esas venas que unen un pueblo con una ciudad, un caserío con una capital. Yo amo Perú, porque es un humano, formado por todos nosotros a manera de células, porque el Perú es una persona que lucha, que ríe y que llora; porque levanta los puños al cielo y a gritos desgarradores proclama libertad. Porque cae y se levanta, tropieza, resbala y luego con terquedad divina vuelve a pararse.

Y así, luego de cientos de años, seguirá en su camino mi patria, mis nietos y los hijos de mis nietos amarán a su gente y la tierra que pisan como yo la he amado y como mis padres y mis abuelos la aman. Y habrá millones de personas, en las ciudades y en el campo, en la selva, la costa y la sierra e incluso en las escarpadas zonas que susurren al viento, la palabra Perú.

enero 24, 2011

Corriendo a ritmo de The Doors

Al fin llegó el día, hoy es el concierto de The Doors, aunque su vocalista, Jim Morrison, haya fallecido hace muchos años, quedan en la banda Ray Manzarek y Robby Krieger, me emociona la idea de poder escuchar su música, solo escuchar pues los precios de las entradas estaban muy altos y no pude comprar ninguna, estoy sentado en una vereda a las afueras del estadio monumental, se escucha todo muy claro.

Me pongo a pensar que solo faltan unas cuantas canciones para que acabe el concierto, cuando a mis oídos llega la melodía de “Break on Through”, entonces me dirijo a comprar unos cigarros a una vendedora ambulante.

-          ¡Mira están entrando! –grita la vendedora.
-          ¿Dónde? –pregunto y volteo hacia donde ella apunta.
-          Corre para que entres – me aconseja.

Mi cuerpo responde prácticamente por impulso y comienzo a correr hacia donde un montón de jóvenes intentan entrar a empujones, por sobre una reja que han logrado tumbar a la fuerza. Esta es mi oportunidad de entrar pienso, así que logro hacerme paso entre esta jauría incontrolable de fanáticos. Logro ingresar y comienzo a trotar hacia el escenario pero ahí vienen seis agentes de seguridad a nuestro encuentro, somos más de treinta personas, es casi imposible que logren agarrarnos a todos para sacarnos.

-          ¡Agárrenlos rápido! –grita uno de ellos.
-          ¡Corran!, ¡Corran! –grita desenfrenado uno de los fanáticos.

Como era de esperar solo han cogido a un par, pero no puedo parar, corro y no paro de correr, cuando de pronto escucho el inicio de “Light my Fire”, mi canción favorita de The Doors, esto me ha llenado aún más de adrenalina, llego a la zona preferencial pero esto no me satisface, la canción que suena, retumba tanto en mi, que quiero estar más cerca, a pesar que hay una pequeña cerca y varios agentes de seguridad para impedir el paso hacia la zona VIP, trato de pensar rápido en una manera de entrar, al igual que yo muchos de los que entraron sin pagar quieren pasar hasta esa zona e intentan brincar pero los hombres de seguridad no lo permiten. Veo claro como el agua esta oportunidad, me agacho y logro pasar por debajo de ellos sin que se den cuenta.

Al fin estoy adentro, a solo unos cuantos pasos de la banda, ellos tocan, el vocalista imita los movimientos de Jim Morrison, todo es un jolgorio y yo estoy como loco cantando parte de la letra de la canción.

- Es el mejor concierto de mi vida –digo y continúo coreando la canción - ¡Come on baby, light my fire!

enero 23, 2011

Los Protones en los 15 años de CCELIMA (Parte 2)

Suben al escenario Los Protones, los asistentes al evento se acercan al estrado, nadie sabe lo que esta gran banda les tiene preparado. Comienzan a tocar y la gente goza al ritmo de los clásicos temas instrumentales, una de las canciones más aclamadas de la noche es "Capitán Codorniz", al sonar esta, el público empieza a moverse con frenéticos movimientos, que nos recuerdan la época sesentera. Para terminar, la banda se anima a tocar "El cóndor pasta", una versión psicodélica del clásico Cóndor Pasa.


El bajo es indispensable en el sonido de Los Protones.

Nadie es ajeno al espectáculo.

Miren que maestría.

Ahora con las maracas.

Dedos psicodélicos.

El teclado es característico en muchas bandas psicodélicas.

Un malabarista se animó a equilibrar al ritmo de la música.


enero 22, 2011

Los Protones en los 15 años de CCELIMA (Parte 1)

Era el año 2006, caminaba por Quilca cuando de entre tantos discos, cassettes y vinilos, saltó a la vista un cassete que me llamó mucho la atención, cuando lo cogí vi que se trataba de "Más Dosis" de una banda llama "Manganzoides", lo compré y al llegar a casa lo primero que hice fue ponerlo en la cassettera y subir el volumen, lo que escuchaba en ese momento era distinto al tipo de música que solía escuchar por aquellos años, así que me volví un admirador de aquella banda, la cual desgraciadamente, nunca escuché en vivo.

Años más tarde me enteraría que Manganzoides se había separado, ya para ese entonces, el rock psicodélico me había invadido por completo, bandas como The Doors y Jefferson Airplane retumbaban en mi cabeza, al igual que los nacionales Los Shain's, así siguiendo esa corriente, este año descubrí una banda, cuyo nombre y música despertaron mi curiosidad, "Los Protones" descargaban una potente y rítmica psicodélia, un relajante sonido surf y generaban en el cuerpo unas ganas desenfrenadas por moverse al ritmo de la música. Grande fue mi sorpresa al enterarme, que dicha banda era lo que quedaba de Manganzoides, quienes junto a integrantes de la banda "3 al Hilo" habían comenzado ese proyecto el 2009.

Así fue, que al enterarme que LOS PROTONES, tocaría en vivo por el aniversario del Centro Cultural de España en Lima, sentí la obligación de acudir, cámara en mano llegué hasta el Parque Washington, donde a la par, que mi cuerpo se movía al compás de la música, logré captar estas fotografías de esta genial banda.


Alí, bajista de Los Protones.

Kalka, pecursionista de Los Protones.

La percusión, sin duda, es pieza fundamental en la creación de la banda.

Gonzalo, Cachimbo y Kalka tocando.

Gonzalo, guitarrista de Los Protones.

Gonzalo logra con su guitarra los acordes precisos para armonizar.

El público se deja contagiar por la energía que trasmite la música.


enero 19, 2011

El Perfume: Historia de un asesino


La película narra la vida de Jean Baptiste Grenouille, un ser capaz de percibir todos los olores del mundo, debido a su prodigioso olfato. Este personaje, desde el momento en que nace, tiene que afrontar sentimientos ajenos al afecto y el amor. Su vida discurre, entre personas que se inquietan costantemente, frente a la facultad de oler de Grenouille, en toda la primera parte, desde que nace entre pescados podridos hasta que se despide de su maestro, uno de los mejores perfumistas de Francia, lo que impulsa a Grenouille es el aprender a mantener el olor de las cosas.

Quizás el punto de quiebre en la película, es el momento en que Grenoille percibe el sublime olor de una cortesana, dándole un siginificado y propósito a su vida. A su salida, en dirección a aprender a preservar los olores, se detiene en las montañas, donde se dá cuenta, que lamentablemente, él no tiene un olor propio. Esta revelación dará origen a su desesperación, a su falta de esperanza y a su perspectiva pesimista acerca de su vida, este hecho a su vez despertará en él, un deseo que ha estado presente a los largo de la historia de la humanidad, el deseo de ser reconocido y recordado.

Al llegar a la ciudad de los perfumes, idea un plan, para elaborar el perfume más perfecto del mundo, gracias a no haber tenido sentimientos cálidos en su vida, Grenoille sin darse cuenta se verá convertido en un asesino frío y calculador, asesino de jóvenes muchachas de las cuales extraerá, de cada una de ellas, un ingrediente de los necesarios para completar su perfume. Poco a poco, la historia nos adentra bajo la piel de Grenouille, y nos hace percibir el mundo, tal y como él lo percibe. En ciertos momentos, el espectador pude sentir fluir un poco, el pesar sádico que se expresa a través del asesino.

Originalmente llamaba "Das Parfum: Die geschichte eines mörders" es una película alemana, del director Tom Tykwer, hecha en el 2006. El drama se basa en la novela homóloga escrita por Patrick Süskind. Sin lugar a dudas, es un clásico del cine contemporáneo, que nos aleja un poco de lo común del cine hollywoodense, haciéndonos disfrutar de una película con aspectos psicológicos, sin caer en la turbulencia ya que tiene una narración sencilla que permite al espectador percibir los detalles de la obra.





enero 18, 2011

Chapas sin premio

Los deportes, más allá de ser solo esfuerzo físico y cuna de muchas pasiones desatadas tanto por los participantes como por la afición, mantienen oculto y a perfil bajo, muchas de las respuestas del desenvolvimiento de la población mundial, de un país o de la simple hinchada de un club deportivo.

En especial el fútbol, es un reflejo constante de lo que va ocurriendo en la sociedad, por ejemplo, la violencia generada por las "barras bravas", se gestó a partir de las épocas difíciles que pasaron los diversos países en donde ocurre este fenómeno. Otro ejemplo claro sería el desarrolo económico, que tienen muchos países subdesarrollados, debido a los ingresos que genera el deporte rey.

Incluso un hecho tan simple, como el de poner apodos a los futbolistas, puede explicar el por qué del bajo desempeño y baja atención que se le dá al fútbol peruano. A continuación un artículo de El Comercio, escrito el año 2006 por Renato Cisneros, con respecto al mundial de fútbol de Alemania de ese año muestra una comparación entre los apodos que reciben algunos de los mundialistas y los que se les dá a otros tantos del fútbol nacional.


COPA TOTAL: CHAPAS SIN PREMIO
El Comercio 24 de Junio del 2006
Renato Cisneros

¿Es casual que los apodos de los mundialistas exuden gracia y fuerza, y que los de nuestros futbolistas emanen apocamiento y mal gusto? Parece que no.

Siempre he creído que los apodos definen la personalidad de sus destinatarios (quienes lo reciben) como la de sus fabricantes (quienes los inventan), y que por eso sirven como una medida cultural para trazar las formas de ser. Una fiesta como el Mundial es ocasión perfecta para forzar un contraste (quizá injusto y perverso, pero sin dudas revelador) entre los sobrenombres de las imponentes luminarias que desfilan en la Copa y las chapas con que los peruanos bautizamos a nuestros jugadores 'chauchilla'.

En el torneo de Alemania, uno encuentra apelativos que rezuman gallardía, infunden autoridad, propagan miedo. Adriano es 'El Emperador', Ronaldo es 'El Fenómeno', Iván Hurtado es el 'Tanque', el paraguayo Roberto Acuña es 'El Toro' y el argentino Tevez es 'El Apache'. En México al Rafa Márquez le dicen 'El Kaiser de Michoacán', mientras en Inglaterra a Steven Gerrard lo apodan 'El Martillo de Huyton' y Owen es 'El Chico Maravilla'. De esta categoría de apelativos briosos y temibles, hay dos que me gustan especialmente: el del holandés Van Nistelrooy, a quien llaman 'Vanisterror'; y el del checo Pavel Nedved, también definido como 'El León de Praga'.

Al lado de esos apodos de contundente simbolismo, nada tienen que hacer los anodinos sobrenombres de los cracks peruanos, la mayoría estructurados con una maricueca debilidad por el diminutivo. ¿Quién puede sentir respeto por alguien que se hace llamar 'Peluquita', 'Chiquito', 'Patito', 'Machito' (ni siquiera 'Macho'), 'Foquita', 'Pechito' o peor, 'Manzanita'? Algo de dignidad se pierde con esas chapas, divertidas, graciosillas, pero tremendamente insulsas. ¿Cómo aspirar al triunfo si delante tenemos al 'Martillo de Huyton' y en nuestras filas destaca el 'Zorrito'?

Ojo que las analogías animales también se aplican en otras latitudes: 'Ratón' Ayala (Argentina); 'Bisonte' Essien (Ghana); o 'Anaconda' Makelele (Francia), pero la obstinada y derrotista mención diminutiva parece un sello exclusivamente peruano. Incluso en apelativos menos estridentes, los importados lucen mejor gusto y creatividad. En la Copa encontramos motes del tipo 'Zizou' (Zidane), 'El Niño' (Torres), 'Sheva' (Shevchenko), 'Spice Boy' (Beckham), 'Sonrisa' (Heinze) o 'Espárrago' (Peter Crouch). También estas tres suenan bastante bien: 'Trezegol' (Trezeguet), 'La Sombra' (Hernández) y 'El Maradona de Ostrava' (Baros).

Aquí, en cambio, la huachafería campea cuando de acuñar alias se trata. ¿Qué cadencia o encanto puede haber en chapas del tipo 'Cachete', 'Pinza', 'Congelador', 'Feo', 'Chuncho' o 'Comisario'? Y hay una en particular que ya me parece el colmo de lo desagradable: el amorfo 'Pata de rana'. Díganme si no es horrible. Ojalá que también en este aspecto (superficial pero cotidiano), el Mundial nos sirva de permanente inspiración.

enero 04, 2011

Recuerdos de un aborto...

Faltaban pocos días para la navidad del 2008, cuando me enteré que mi ex enamorada estaba embarazada, este hecho no era más que el desenlace de la vida desordenada que había llevado ella, desde nuestra separación. Por ese entonces, yo seguía muy enamorado de esa muchacha, a pesar de haber pasado casi dos años desde nuestro rompimiento. Ella, joven inexperta, se enfrentaba al suceso más importante de su corta existencia, aún no estoy seguro del por que fui al primero al que acudió.

Me llamó un viernes por la tarde y quedamos en encontrarnos en un parque cercano a su casa, luego de unas cuantas palabras de saludo me indicó que quería hablar conmigo de algo muy serio.

-          Hace un par de días me enteré que estoy embarazada -me dijo con voz entrecortada.

Tarde unos segundos en reaccionar, segundos que se me hicieron horas, en las cuales no podía salir de mi asombro. Solo atiné a abrazarla y ella recostándose un poco en mi, y copiosas lágrimas salieron de sus ojos.

-          No te preocupes todo va a salir bien –dije, aunque no muy convencido.
-          Cuando mi mamá se entere me va matar –dijo.
-          Yo me voy a hacer cargo de ese bebé –dije sin siquiera pensarlo pero proseguí – no me importa si no es mi hijo, yo te voy a ayudar.
-          ¿Harías eso por mí? – me preguntó.

Apenas termino de hacerme esa pregunta comencé a hacerme ideas en la cabeza, acerca del futuro incierto que nos aguardaba, ¿criar un hijo?, ¿sabiendo que no era mío?, apenas cursaba los primeros ciclos en la universidad, la ilusión de formar una familia con esa chica, que a pesar del tiempo y todo el daño que me causó, era grande, pero aceptar esa responsabilidad podía truncar muchos de mis planes.

Mi alucine no duraría mucho tiempo pues al cabo de unos días me volvió a llamar, esta vez su voz sonaba más fría y decidida.

-          No voy a tener ese bebé –dijo secamente.
-          ¿Qué piensas hacer? –pregunte aunque sabía la respuesta –no pensará abortar, no te voy a dejar.
-          Lo voy a hacer con tu ayuda o sin tu ayuda, este es mi problema no debes meterte en mi decisión.

Todo parecía indicar que ella estaba dispuesta a deshacerse del bebé, su única solución era abortar, así que yo, como gran gesto de amor o de estupidez acepte ese hecho. Teníamos que recurrir a uno de los innumerables anuncios de locales donde hacer abortos, que se disfrazan bajo la frase “Atraso Menstrual”. Luego de un par de días de vender cosas, conseguir dinero prestado teníamos alrededor de cuatrocientos soles.

Ese mismo día, 21 de Diciembre, llegamos al consultorio clandestino ubicado en un callejón escondido de San Juan de Miraflores. La doctora la examinó y nos comunicó que el feto tenía aproximadamente diez semanas y que el gasto total sería de trescientos soles, a lo cual accedimos. La doctora la hizo pasar detrás de un biombo y le dio a ingerir un par de pastillas, luego le hizo un gesto para que se echara, se bajara el pantalón, abriera las piernas y con un aparato similar a una jeringa le introdujo dos pastillas más por la vagina.

-          Deben irse a caminar para que pueda dilatar –nos ordenó la doctora.
-          ¿En cuánto tiempo más o menos debemos regresar? –pregunté yo.
-          Dos horas o si le comienza a doler mucho vengan antes –no dijo mientras no acompañaba a la salida.

Tuvimos que esperar en un parque cercano, ya no había marcha atrás, solo quedaba esperar para sacar de su vientre el fruto de su propio descuido. Mientras esperábamos ella me tenía cogido de la mano, apretándomela con fuerza mientras sollozaba y moría de pena por lo que estaba haciendo.

-          Disculpa –dijo mirándose al vientre.
-          Ya han pasado dos horas –atiné a decir.

Yo estaba más preocupado por ella que por el bebé, arrepintiéndome de la decisión que le había dejado tomar y peor aún, yo le estaba ayudando, mientras esta preocupación me envolvía llegamos al consultorio.

Nuevamente detrás del biombo, ahora con una bata rosa, la abortera le hizo echarse y le introdujo una especie de pinzas metálicas y saco de su vientre el feto ensangrentado, del tamaño de un puño, ella lo vio y hecho a llorar, yo no pude más que sostener su mano y mirar confundido la escena. No podía separarme de ella en esos días, sentía que de una u otra manera todo era mi culpa.

Dos días después, una noche antes de navidad, estaba ayudándole a hacer las compras cuando un dolor tremendo le vino al vientre.

-          Me duele horrible –exclamó.
-          Espera que ya llegamos a tu casa –le dije muy asustado.
-          No aguanto más –dijo y empezó a llorar.

Llegamos a su casa y entró al baño, un par de minutos después dio un grito fuerte, seco e inhumano, me asusté y abrí la puerta del baño, para verla llorando, mientras corrían por sus piernas varias líneas de sangre y el piso estaba encharcado de sangre coagulada. Llame gritando a su mamá y a sus tíos, uno de ellos la cargo entre sus brazos y salimos, los ayudé a tomar un taxi para dirigirse al hospital.

Al día siguiente fui a visitarla al hospital, era 24 de Diciembre, ella estaba reposando en la cama, todos me miraban como culpándome de lo que había pasado, al parecer ella había dicho que era mi hijo y que la había ayudado a abortar, nunca nadie me reclamo o me acuso directamente, pero en sus ojos se veía claramente su repudio.

¿Qué había pasado el día anterior?, pues había tenido una hemorragia interna producto del aborto, un día más y no estaría viva. Yo no tenía más que hacer ahí, así que fui a mi casa, sabía que todo lo que había pasado esos días nunca se me iban a olvidar y que ya no me correspondía a mi estar a su lado, no quedaba más que alejarme de ella y sus problemas. Ahora pienso que si fuera a tener un hijo, no lo abortaría, a veces sueño con todas las escenas que viví y me siento culpable de haber participado en esa abominación.