noviembre 09, 2010

Carta a un amor que no se olvida

Cuando te conocí, no esperaba que nuestra historia llegue a ser tan grande, y más aún, no pensé que acabaría de la manera en que acabó. Cuando te conocí, tú ya tenias pareja, yo llegaba como un intruso que se cuela por la ventana de una casa, ese tipo no sabía tratarte como lo merecías, pero ¿lo supe hacer yo?, buscaste en mi un refugio para huir de esa realidad que te abrumaba, la reciente separación de tus padres y el cuidar de tu hermano pequeño, con tan solo quince años, fue demasiado para ti, fue en ese momento que hice mi aparición.

Lo nuestro comenzó al caer la noche, un día del mes abril, a los pocos días de iniciadas las clases, a la vuelta del colegio. Todo comenzó con un beso, para mi no era más que un beso, pero para ti fue más que eso, pues sí, solo lo tome como un beso, no pensé enamorarme de ti, eso se fue dando con el transcurrir de los días, luego de casi dos semanas de escapadas a la salida, ya me había envuelto en sentimientos de amor hacia ti.

Así transcurrieron los meses, entre largos paseos, en conocer cada uno la familia del otro, de caminar entre multitud de buenos augurios acerca de un futuro juntos, enfrentando numerosos problemas, aforrándonos el uno al otro, riendo, llorando, viviendo. En numerosas ocasiones, me quede en tu casa luego de las clases, a ayudarte en todo lo que estaba en mis manos, parecíamos una pareja de esposos recién casados, total, nada nos importaba sino estar juntos.

Sin darnos cuenta no fuimos adentrando más el uno en el otro, formamos una sola persona, un solo ente frente al mundo. Ya los besos y las caricias no eran suficientes, ya no bastaba con las bonitas frases de amor que nos pronunciábamos, teníamos que cruzar al siguiente nivel, hacer el amor, lo cual logramos a pesar de la inexperiencia de nuestra corta edad, pero poco a poco perfeccionamos el arte de amarnos, hasta lograr fundirnos y convertir los minutos en horas, en las que el rozar de nuestros cuerpos encendía un fuego insaciable que nos consumía hasta el clímax de nuestro encuentro amatorio.

Casi dos años pasaron, poco a poco comenzaste a cambiar, a actuar de manera diferente, ya nada de lo que hacía te parecía suficiente, lo peor que pude hacer fue creer que era mi culpa, pero no, poco a poco descubrí que el alejamiento de tu padre, te había marcado más de lo debido, no viste en mi más que a tu padre y tú ya te habías dado cuenta de eso, y peor aún, que no necesitabas solo de mi para sentir el amor que él te negó. Pronto comenzaste a verte con otras personas, a engañarme, a visitar los cuartos de hoteles, pero ahora sin mi, con personas extrañar, que no conocía, la separación era innegable, no podíamos seguir más.

Me enterque por mucho tiempo después, cerca de dos años tarde en aceptar la realidad, lograste desequilibrarme mentalmente, no dudaba hacer lo que sea posible por tenerte aunque sea un par de horas a mi lado, no aguantaba más de una semana en poder acostarme nuevamente contigo, caí en las manos del alcohol, me volví un ser violento y destructivo. Pero ahora que ya logré salir de ese agujero enorme en el cual había caído, me pregunto como estás, en si has logrado cambiar, pero no puedo ir a preguntártelo, ni siquiera te puedo llamar, la última vez que hablamos te mande a la mierda, y no me arrepiento, porque fue el punto de partida para que dejes de ser para mi, ese amor que no se olvida.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Inspirado en hechos reales? como se llamaba ella? esta muy bonita tu historia.

Jimmy F. Picón Gupioc (Kijano) dijo...

Si esta inspirado en hechos reales, claro que manejados un poco para darle un poco de emoción... lo siento el nombre de esa persona no puedo darlo, gracias por el comentario.